Bestiario salmantino: la rana, el gallo y el toro

Todo el mundo sabe que en Salamanca hay una rana traviesa sobre una calavera en la fachada de la Universidad; que hay un gallo que da nombre a la torre más guerrera de las catedrales; y que hay un toro en el puente romano que espabiló de golpe al niño lazarillo más famoso del mundo.
 
La rana, el gallo y el toro forman lo que algunos han llamado “bestiario salmantino”.
 
La más popular de los tres bichos es, no cabe duda, la rana universitaria.
 
Fachada universidad de Salamanca detalle de la rana
 
Ella es la más buscada, todos la quieren ver y por ella los visitantes siempre preguntan: ¿Dónde está? ¿Pero tú la ves? ¿Y por qué está ahí? ¿Qué significa?
 
No hay respuesta. O al menos, no una sola respuesta.
 
La rana de Salamanca es un misterio.
 
Dibujo de 1920 El Adelanto la rana de la Universidad
Dibujo de El Adelanto del 14 de septiembre de 1920. Fuente: Web de prensa histórica.
 
A su alrededor han ido surgiendo teorías, más o menos convincentes, que se aventuran a explicar por qué una ranita se encuentra tan tranquila sobre una calavera.
 
Luís Cortés Vázquez fue uno de los primeros que se adentró en el misterio. Tras él otros han buceado en los significados posibles de la rana enigmática.
 
Los investigadores más clásicos explican que la rana está ahí para alejar al hombre de tentaciones pecaminosas. Ven en la fachada de la Universidad una dicotomía entre el Bien y el Mal. La rana ¿diabólica? estaría ahí para mostrar a los que la miramos los peligros del lado oscuro.
 
Los reacios a esta explicación avisan que si la rana fuera tan diabólica debería estar colocada al otro lado de la fachada, donde habitan los relieves alusivos a la lujuria y el pecado, y no donde la colocaron: en el lado de la virtud y de los héroes.
 
Con sus más y con sus menos los investigadores parecen estar de acuerdo en que la rana es una nota discordante en la fachada.
 
Por eso algunos estudiosos la ignoran. Desgranan sus explicaciones de la fachada, y al llegar a la rana hacen como que no la ven y se la saltan.
 
Quizá por discordante algunos han apuntado que nuestra rana podría ser la firma del artista al que debemos la genial fachada.
 
Benjamín García-Hernández desarrolla en el año 2009 una teoría filológica, histórica, literaria, medio en ensayo y medio en novela, y nos cuenta que la rana está ahí para negar la resurrección material, la vuelta a la vida del cuerpo tras la muerte.
 
Explica el autor que, con un simbolismo que pretendería burlar la vigilancia de la Inquisición, la rana dice a los que la miran: resucitareis cuando las ranas criemos pelo; esta calavera calva sobre la que estoy, y cualquier otra, volverá a criar pelo (a la vida) cuando las ranas lo criemos; nunca...
 
El lado burlesco de la teoría de García-Hernández entronca, hasta cierto punto, con los que defienden que la rana responde a una intención jocosa.
 
Para los partidarios de la burla, la rana vendría a ser una nota de humor, de sarcasmo, un alivio cómico en medio de tanto relieve solemne, de tanta piedra artística llamándonos a la vida virtuosa y al heroísmo pomposo de los emperadores y los reyes.
 
La rana burlona diría a los relieves de su alrededor: los virtuosos y los héroes sois muy hermosos y estáis muy pero que muy bien, pero a mí no me agobiéis con recomendaciones de vida ni de muerte y dejadme disfrutar de estar aquí tranquila al sol.
 
Quizá por ese alivio medio gamberro que nos regala la rana, por esa sonrisa que provoca en el rostro de quien la descubre en un trocito de la apabullante fachada, y por estar ahí sin saber (ni a lo mejor querer) encajar con su alrededor, la rana universitaria nos cae a todos bien. Tan bien, que nos contamos unos a otros la leyenda de la rana.
 
Y cuenta la leyenda que la rana charra no da miedo, no da avisos sobre la vida, no da avisos sobre la muerte, y lo que nos da es suerte. 
 
La leyenda de la rana dice que si la ves apruebas exámenes; o que si la ves, se cumple tal o cual deseo: volver a Salamanca, casarte (debe de ser con princesas/príncipes azueles, qué menos) y a saber qué ilusiones más...
rana fachada universidad de Salamanca
"No es lo malo que vean la rana, sino que no vean más que la rana" Miguel de Unamuno.

No lejos de allí, elevándose sobre la Universidad y los tejados del barrio antiguo, afronta los vientos un gallo fuerte, un gallo de hierro que corona y da nombre a la famosa Torre del gallo.
 
Catedral Vieja de Salamanca Torre del gallo
 
Algunos autores han dicho de la torre que está cubierta de escamas como la loriga de un guerrero.
   
Como la loriga del Cid Campeador. O la de Jerónimo de Perigord, “el obispo guerrero”, que luchó contra los moros al lado del Cid, y que fundó la Catedral Vieja salmantina.
 
El espíritu luchador del obispo guerrero debió de contagiarse a la Catedral Vieja, al carácter defensivo de su construcción, a la torre recubierta de escamas como las armaduras de los guerreros, y también al gallo de hierro que la corona y que resiste allí arriba sople el viento que sople.
 
Fotografía 1920 La Basílica Teresiana veleta de la torre del gallo
Fotografía de La Basílica Teresiana. Noviembre de 1920. Obtenida en la web de prensa histórica.
 
Del gallo de la torre dice Domínguez Berrueta en su Guía sentimental:
Mi madre nos decía, a nuestros asombrados oídos de niños, a mis hermanos y a mí: “el gallo señala agua”; “el gallo anuncia sol”. Y era según la veleta mirase al río, de donde venían los aires lluviosos del sur, o mirase al naciente, cuyos aires traían el descampado.
[…]
Gallo simbólico de la esperanza de la resurrección, en los sarcófagos de las catacumbas, emblema del valor y de la vigilancia, cantor de la venida del día cuyos albores él ve el primero, veleta animada que mira con los ojos penetrantes, cara al viento, y atalaya que anuncia la tempestad.

Y desde su atalaya, cuando el gallo mire al Tormes avisándonos de las lluvias, distinguirá sin duda al toro de piedra sobre el puente romano.
 
No se sabe bien si estos verracos y toros de piedra que existen en España y Portugal, tuvieron un significado religioso, espiritual, funerario, si fueron una señal que delimitaba terrenos…
 
Toro del puente romano Salamanca
 
Lo que sabemos es que el toro de Salamanca vivió en el Puente Romano hasta que el 2 de octubre de 1834, fue derribado sin contemplaciones por orden de José María Cambronero. Cayó a la orilla del Tormes y allí permaneció medio sumergido, medio enterrado, medio roto y en completo abandono hasta que el 17 de julio de 1867 la Comisión Provincial de Monumentos acudió al rescate de sus restos, y lo refugió primero en el convento de los Dominicos y más tarde en el patio de escuelas menores.
 
El 23 de octubre de 1954 el toro regresa al puente romano. Más o menos, al mismo lugar donde se lo había tropezado Lázaro de Tormes:
Salimos de Salamanca, y, llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal, y, allí puesto, me dijo:
—Lázaro, llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro de él.
Yo simplemente llegué, creyendo ser así. Y como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y diome una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada, y dijome:
—Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.
Y rió mucho la burla.
Parecióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que, como niño, dormido estaba.

Puente romano y toro Salamanca
 
Cada vez que nos paramos a mirar el toro del puente romano nos solidarizamos con el dolorido despertar del Lazarillo. Más que nada porque a todos nos ha tocado espabilar de golpe de engaños y de autoengaños…
 
Y a lo mejor también es por eso que nos gusta tanto salir a contemplar este bestiario salmantino. Porque aunque sabemos bien que “el toro de la puente” anda siempre ahí fuera dispuesto a espabilarnos y que para colmo sufrimos de cierta querencia a tropezar con la misma piedra, volvemos igual a formular deseos y a salir a buscarlos. A lo mejor porque por dentro llevamos una rana animosa, algo ilusa y con gana de risas, y un gallo valiente.
 
Catedral Vieja Salamanca torre del gallo

BIBLIOGRAFÍA
  • Boletín de la Real Academia de la Historia. TOMO CC. NUMERO III. AÑO 2003
  • La Basílica Teresiana Tomo VI Epoca Tercera Año VII Número 77-78 - 1920 noviembre
  • El Adelanto  Diario político de Salamanca Año XXXVI Número 11138 – 1920
  • El Salmantino  periódico semanal Año XI Número 2676 - 1919 junio 2
  • Salamanca Guía sentimental. Juan Domínguez Berrueta
  • La universidad de salamanca escuelas mayores, menores y hospital del estudio José Ramón Nieto González. Gruposa La gaceta regional. Salamanca 2002
  • Modernidad y Posmodernidad: Ensayos. Enrique Anderson Imbert
  • Un enigma salmantino: la rana Universitaria. Luís Cortés Vázquez. Segunda edición. Salamanca 1978
  • El desafío de la rana de Salamanca. Cuando la rana críe pelos. Benjamín García-Hernández. Ediciones Clásicas. Madrid 2009
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Comentarios

  1. ¡Qué curiosa esta entrada! Gracias por este paseo tan bien guiado, que no sabía nada de la rana, ni del toro ni del gallo salmantino...
    Besotes!!!

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    1. Hola, Margari! Gracias a ti por pasarte por aquí y por dejar tu comentario ¡Otro besote para ti!

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  2. Me encanta aprender sobre mi ciudad,porque por desgracia me considero una autentica ignorante del tema.Muchas gracias por ser mi maestra

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    1. Hola, DEW! Muchísimas gracias por lo que dices!! pero que sepas que la primera que está aprendiendo cosas de Salamanca con este blog soy yo. Precisamente ese no saber cosas de mi ciudad fue lo que me llevó a buscar info por aquí por allí y al final lo que motivó el blog. ¡¡Muchas gracias a ti por visitarlo y por comentar!!

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